A
diario con colores
despidiendo
a la luna,
despertando
a las flores
de
forma inoportuna
arrea
sus ovejas,
camina
a las montañas
recibiendo
las quejas
de
unas cabras hurañas.
En
cielos azulados
se
pierde la nostalgia,
se
olvidan a los fados
y
la paz se contagia.
Renace
cada día
llevando
su trabajo
solo, con alegría
de
arriba para abajo.
Platica
a sus ovejas
sus
penas y sus gozos
de
heridas tan añejas,
de
sueños caprichosos.
Se
despide del sol
decidió regresar;
mirar
a Marisol
y de ella disfrutar.
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